14.06.2025
Mirjan Hipolito
Experto de criptomonedas y acciones
14.06.2025

Convertir ladrillos en código: Cómo la criptomoneda reconfigura el mercado inmobiliario

Convertir ladrillos en código: Cómo la criptomoneda reconfigura el mercado inmobiliario Los inversores en XRP se replantean cómo comprar inmuebles

Está surgiendo una nueva tendencia en el espacio de las criptomonedas: comprar bienes inmuebles sin hipotecas, cheques bancarios o incluso sin vender sus activos digitales. Los inversores en XRP se encuentran entre los primeros en probar este modelo en la práctica. La idea parece sencilla: en lugar de vender tokens, se utilizan como garantía para desbloquear liquidez. Pero, ¿hasta qué punto es sencilla?

Un escenario sin bancos: cómo funciona

Todo empieza con un préstamo respaldado por criptomonedas. Imagina que un inversor posee XRP por valor de 10 millones de dólares. En lugar de convertirlo en dinero fiduciario -y perder el potencial de ganancias- acude a una plataforma descentralizada y pide prestados, digamos, 2 millones de dólares, utilizando sus XRP apostados como garantía. Ese dinero se utiliza entonces para comprar una casa. Los prestamistas tradicionales no forman parte del proceso.

Este enfoque permite al inversor mantener la plena propiedad de su cripto mientras evita los impuestos sobre las ganancias de capital que surgirían de la venta. Al no intervenir ningún banco, tampoco hay necesidad de soportar largos procesos de aprobación, comprobaciones de ingresos o revisiones de la puntuación crediticia.

El siguiente paso: tokenizar los bienes inmuebles

Después de comprar una casa o un apartamento, algunos inversores están yendo aún más lejos al integrar la propiedad en un ecosistema blockchain a través de la tokenización. En este modelo, el capital -no la escritura- se convierte en tokens digitales. Estos tokens pueden almacenarse, venderse parcialmente o incluso utilizarse en protocolos DeFi para obtener rendimientos. Proyectos como Lofty y PRYPCO ya facilitan la tokenización inmobiliaria en blockchains como Algorand y XRP, respectivamente.

En teoría, esto permite a los propietarios generar ingresos adicionales. A medida que el valor de la vivienda se revaloriza, el capital tokenizado puede funcionar en paralelo, obteniendo rendimientos dentro de DeFi. El activo se transforma de ladrillo y cemento en un componente vivo de un sistema financiero descentralizado.

Pero, ¿es realmente tan sencillo?

Los escépticos plantean dudas válidas sobre la viabilidad de este modelo. En la práctica, introduce una serie de complejidades jurídicas y financieras. Por ejemplo, si la propiedad está hipotecada, utilizarla como garantía en una plataforma DeFi podría distorsionar la relación préstamo-valor (LTV), una métrica clave que influye en los tipos de interés hipotecarios. Si el prestatario incumple sus obligaciones, ¿quién tiene el primer derecho sobre el activo: el banco o el protocolo DeFi?

La seguridad es otro problema. Si los tokens que representan el capital de la vivienda son pirateados o robados, la venta de la propiedad se convierte en un problema. Legalmente, el propietario sigue teniendo el título, pero los derechos tokenizados pueden estar en manos de otra persona, especialmente si esos tokens circulan en fondos de liquidez abiertos. Recuperar el control podría ser extremadamente difícil.

Además, el marco jurídico de los bienes inmuebles tokenizados está aún en sus primeras fases. Muchas plataformas afirman estar totalmente reguladas, pero tales afirmaciones deben examinarse con cuidado. En este momento, el concepto es menos una herramienta financiera madura y más un experimento en evolución, que conlleva una importante incertidumbre normativa y técnica.

¿Avance o experimento?

En la intersección de las criptomonedas y los bienes inmuebles está surgiendo un nuevo modelo, audaz y arriesgado, pero lleno de potencial. Desde luego, no es para todo el mundo: no hay garantías, ni seguros, ni normativas estándar. Aun así, abre nuevas puertas a quienes desean preservar su capital en forma digital al tiempo que acceden a activos físicos y liquidez.

Si el sistema tradicional se basa en bancos y contratos en papel, este modelo desafía el statu quo. Y aunque todavía pueda parecer un experimento financiero, la idea de convertir ladrillos en código tiene el poder de remodelar las reglas del juego.

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